23 mayo 2010

Humor Gráfico Bicentenario

El Mosquito
En el Suplemento Enfoques (especial Bicentenario) que acompaña la edición dominical de hoy el diario La Nación, se publica una muy interesante reseña realizada por Pablo de Santis titulada "La verdad escondida".

En la misma Pablo De Santis, resume el papel del humor gráfico en estos 200 años valiéndose de las grandes publicaciones que plasmaron la producción (y opinión) de los grandes artistas que habitaron y habitan el suelo argentino.

La nota, que reproduzco íntegra a continuación de este párrafo, vale la pena leerse:

El humor gráfico con intención política surgió siempre del contraste entre el boato de la escena -proclamas y uniformes, gestos adustos y poses estatuarias- y la verdad escondida, hecha de ambiciones, conflictos y desorden. La caricatura del siglo XIX, que repetía en nuestras publicaciones el estilo de las revistas francesas e inglesas, tenía una moraleja omnipresente: el caos. Los cuadros son un aquelarre de personajes y objetos. En el siglo XX la escena se despojó. Cuando los actores políticos eran pocos, en el dibujo aparecían muchos; cuando los protagonistas se multiplicaron, se prefirió una escena unipersonal. El humor se concentró en un punto, en un instante, y prefirió la ambigüedad a la moraleja.

Caras y CaretasDe los tiempos de las guerras por la independencia se conservan unas pocas caricaturas. Oscar Vázquez Lucio (Siulnas), un estudioso del humor gráfico argentino, ha mencionado entre las primeras páginas las que se burlan de la relación entre O´Higgins y San Martín. En una litografía San Martín monta al general chileno como si fuera un burro; en otra, el Libertador aparece convertido en un tigre sanguinario. La transformación animal siempre fue uno de los rasgos habituales de la sátira, porque permite representar con facilidad sustantivos abstractos, como la astucia, el valor o la cobardía.

Con la aparición de El mosquito (1863-1893), que condujo largo tiempo Henri Stein, el humor gráfico tiene su primera publicación profesional. Tuvo por blancos repetidos a Bartolomé Mitre y a Sarmiento, pero su propósito primero era vender revistas. En 1883 aparece otra famosa revista: Don Quijote (1884-1905), dirigida por el español Eduardo Rojo, que dibujaba sus páginas junto a José María Cao y Manuel Mayol. Los tres conocieron fugaces encarcelamientos. Siguieron las famosas Caras y caretas (1898-1941) y PBT (1904-1918), ambas creadas por el Eustaquio Pellicer (¡cuántos españoles en la historia de nuestro humor!), que convocaron legiones de lectores. En todas ellas publicó sus dibujos el gallego José María Cao, quien además fue el primer director artístico del suplemento literario de LA NACION.

Tía VicentaA medida que el siglo XX avanzaba, la caricatura política debió compartir espacio con rivales de peso: la historieta de aventuras, la tira cómica, el chiste suelto. La caricatura ya no era una escena, sino un rostro, donde se resumía un conflicto o una psicología. La aparición de los dibujos del norteamericano Saul Steinberg en la revista española La codorniz convenció a artistas originalísimos pero que no tenían como entrarle al dibujo clásico, que también ellos podían publicar. Así irrumpieron, en las páginas de Rico Tipo , Oski (autor, junto con Carlos Warnes, de los Consejos para gobernantes ) y Landrú, creador de Tía Vicenta . Medrano, que publicaba sus Grafodramas en LA NACION, y Calé, autor de Buenos Aires en camiseta , se preocuparon más por retratar a la sociedad que a sus políticos.

En la segunda mitad del siglo XX hubo lugar para el uso sutil y universal de lo político (la Mafalda de Quino), el grotesco salvaje (la revista Satiricón de Oscar Blotta), el trazo genial de Hermenegildo Sábat (en Clarín ), las portadas que desafiaron a la dictadura militar (Andrés Cascioli, en Humor ). Agreguemos el humor cordobés sumado a la vanguardia gráfica en Hortensia (que contaba en sus filas con Fontanarrosa y Crist), los políticos convertidos en personajes de historieta (Los Alfonsín, de Rep, también en Humor ), el chiste-editorial de portada (Rudy y Daniel Paz en Página 12 )... Nada superó en delirio a las aventuras de Mangucho y Meneca, la historieta que Roberto Battaglia publicaba en Patoruzito, donde el presidente Frondizi aparecía siempre con la cabeza metida en una estufa y el almirante Rojas sufría el acoso de un encapuchado con
garrote.

El humor acompañó la historia de la nación casi Humordesde su comienzo. Nacido como copia de la ilustración extranjera, con el correr del tiempo probó con originalidad todas las innovaciones posibles. En las relaciones con el poder no faltaron los conflictos: secuestros de revistas ( Humor ), juicios a granel, clausuras ( Don Quijote , Cascabel , Tía Vicenta , Satiricón ) y hasta un disparo del que José María Cao se salvó por milagro.

En 1912 el mismo Cao escribió: "El dibujante hace sus caricaturas sin acritud ni malquerencia: para él los hombres son símbolos". El Bicentenario, tiempo de balances, es buena ocasión para mirar esos viejos y nuevos símbolos no ya como dibujos dispersos sino como un rompecabezas de nuestra identidad.

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