Usar este tipo de personajes a la hora de poner el acento en aspectos duros o patéticos de la sociedad puede confundir en su fin (no es un libro para niños, si acaso, de adolescentes en adelante), pero supone al menos una ventaja. "Siendo la crítica muy dura, a través del humor y de la mirada de un niño al menos nos podemos reír un rato", señala.
En cualquier caso, "hay varios niveles de lectura", precisa Reverter, así que mientras a los más pequeños les pueda llamar la atención el pelo desordenado de Apolo, quienes no necesiten ya mirar el concepto de democracia en el diccionario pueden pasar a las cuestiones que va planteando el inquieto personaje. Un par de ejemplos: "El político es como el material reciclado. Siempre te lo encuentras con un cargo nuevo en otro sitio" o "Si celebramos la victoria de Obama en Estados Unidos, ¿por qué no tenemos políticos negros o hijos de extranjeros en el nuestro? ¿No hay?".
No se hace referencia a personajes reales (excepto con Obama o con los dictadores de Sudán o Corea del Norte), ni falta que les hace. Eso sí, "cualquier parecido con la realidad es pura intencionalidad", tal y como anuncian en el propio libro.
"Al final se trata de una forma de entender la política muy latina. Es sobre políticos viscerales, de corrupción de andar por casa, de trajes y relojes, o que gritan por la radio del taxista. Todo muy español o italiano. De hecho, hay una editorial en ese país que está tanteando publicarlo allí".
La editorial ha mandado ejemplares a algunos partidos políticos -no precisan a cuáles ni a quién-, a ver qué pasaba. No ha habido contestación.
"Al final se trata de una forma de entender la política muy latina. Es sobre políticos viscerales, de corrupción de andar por casa, de trajes y relojes, o que gritan por la radio del taxista. Todo muy español o italiano. De hecho, hay una editorial en ese país que está tanteando publicarlo allí".
La editorial ha mandado ejemplares a algunos partidos políticos -no precisan a cuáles ni a quién-, a ver qué pasaba. No ha habido contestación.
Fuente: diario El Mundo
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